Wednesday, November 08, 2006

las lloronas

Es evidente que de las intrigas no se come, pero se vive.
Eso sucedía mientras mi hermana y yo tejíamos escarpines para una vecina pobre. Embarazada y sin cargo de hombre y con mucha culpa de madre.
Un pregonero se encargaba de los mensajes de las lunas, y le anunciaba la semana en la ventana.
Entre las rejas su ombligo iba desapareciendo.
- es macho le decíamos. Tejeremos los escarpines celestes.
- mejor así, menos sufren los machos.